- jose
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De las faltas
Mar Mayo 19, 2009 6:48 pm
Gibran Jalil Gibran
Del crimen y del castigo
(fragmento)
Vuestro dios interno es como el mar. Se mantiene por siempre incorrupto. Y como el éter, eleva solamente a los alados. Más, sin embargo, es como el sol, vuestro dios interno. Desconoce las galerías Subterráneas del topo y no se encuentra en el agujero de la serpiente. Pero vuestro dios interno no mora sólo en vuestro ser. Existe mucho en vosotros que aún es hombre, y mucho más que todavía no lo es.
* * *
Sino un pigmeo deforme que camina dormido a través de la neblina en busca de su propio despertar . Y del hombre que todavía existe en vosotros deseo hablaros ahora. Porque es él( y no vuestro dios interno), ese pigmeo en la neblina, quien conoce el crimen y el castigo de él.
* * *
A menudo os he oído hablar de aquel que ha cometido una falta como si no fuera uno más de entre vosotros, sino un extraño y un intruso en vuestro mundo. Pero os digo que así como al bienaventurado y al justo no les está permitido elevarse por encima de lo más elevado que existe en cada uno de vosotros, así el malo y el débil no pueden caer por debajo de lo que así mismo es lo más bajo que existe en vosotros. Y lo mismo que una sola hoja no amarillea si no es con el consentimiento silencioso de todo el árbol, así el perverso no puede causar daño sin el deseo oculto de todos vosotros. Igual que en una procesión camináis unidos hacia vuestro propio dios interno. Sois la senda y los caminantes. Y cuando uno de vosotros se abate, es para los que vienen tras él, como un aviso contra la piedra que obstaculiza el paso. Sí, y cae por aquellos que le anteceden, quienes aun siendo más rápidos y de paso más seguro no retiraron de allí la piedra obstaculizadora.
Del crimen y del castigo
(fragmento)
Vuestro dios interno es como el mar. Se mantiene por siempre incorrupto. Y como el éter, eleva solamente a los alados. Más, sin embargo, es como el sol, vuestro dios interno. Desconoce las galerías Subterráneas del topo y no se encuentra en el agujero de la serpiente. Pero vuestro dios interno no mora sólo en vuestro ser. Existe mucho en vosotros que aún es hombre, y mucho más que todavía no lo es.
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Sino un pigmeo deforme que camina dormido a través de la neblina en busca de su propio despertar . Y del hombre que todavía existe en vosotros deseo hablaros ahora. Porque es él( y no vuestro dios interno), ese pigmeo en la neblina, quien conoce el crimen y el castigo de él.
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A menudo os he oído hablar de aquel que ha cometido una falta como si no fuera uno más de entre vosotros, sino un extraño y un intruso en vuestro mundo. Pero os digo que así como al bienaventurado y al justo no les está permitido elevarse por encima de lo más elevado que existe en cada uno de vosotros, así el malo y el débil no pueden caer por debajo de lo que así mismo es lo más bajo que existe en vosotros. Y lo mismo que una sola hoja no amarillea si no es con el consentimiento silencioso de todo el árbol, así el perverso no puede causar daño sin el deseo oculto de todos vosotros. Igual que en una procesión camináis unidos hacia vuestro propio dios interno. Sois la senda y los caminantes. Y cuando uno de vosotros se abate, es para los que vienen tras él, como un aviso contra la piedra que obstaculiza el paso. Sí, y cae por aquellos que le anteceden, quienes aun siendo más rápidos y de paso más seguro no retiraron de allí la piedra obstaculizadora.
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